¿Cuando empezamos a expresar emociones? ¿Los bebés experimentan y muestran emociones específicas? Estudios realizados nos dicen que sí, que las madres reconocían ya en niños de un mes expresiones de cólera, miedo, sorpresa, interés, alegría , y en menor medida, de tristeza.
¿ Son esas expresiones de emoción realmente acordes con el estado del bebé? Parece ser que durante los dos primeros meses las expresiones emocionales del bebé no se muestran sistemáticamente adecuadas a la situación o al estímulo. Los niños sonríen dormidos, muestran sorpresa ante lo nuevo y ante lo familiar, ante la restricción de movimiento pueden reaccionar con expresión facial de cólera o de tristeza. Es probable que el nexo emoción-expresión requiera la maduración de algunas estructuras neurológicas. La importancia de estas señales en los bebés son básicas en la comunicación, ya que regulan la conducta de las figuras de apego en la satisfacción de las necesidades infantiles y en la regulación de la interacción social.
Los bebés comienzan a diferenciar expresiones emocionales de los demás alrededor del segundo mes, cuando orientan su atención a las partes internas de la caras, pero no queda claro que respondan verdaderamente al significado emocional de sus cuidadores.
Es desde el cuarto al séptimo mes cuando empiezan a asociar el significado emocional con las distintas expresiones faciales. Son ya capaces de reaccionar ante la alegría con expresión de alegría, actividad motriz y mayor frecuencia de miradas. Ante la cólera muestran expresión de cólera y permanecen quietos y la tristeza expresada por la madre genera llanto, succión y movimientos de masticación. No es un simple contagio o imitación, es una reacción adecuada a la emoción expresada por los demás.
A partir del octavo mes es claramente observable que ante una situación incierta los niños dirigen su mirada a la madre, utilizan la expresión emocional de ésta para valorar la situación y regular su conducta. Por ejemplo, la situación de miedo a los extraños disminuye si los niños han visto a la figura de apego interaccionar con la persona desconocida, la sonrisa del cuidador promueve la aproximación a un nuevo objeto, mientras que las expresiones faciales y verbales de asco y temor provocan la huida.
A finales del primer año es cuando el niño, responde adecuada y selectivamente a las expresiones faciales de la madre, coincidiendo esta referencia social con el momento en el que los niños tienen más movilidad, siendo una estrategia adaptativa innata que protege al niño de los peligros que conlleva su conducta exploratoria.
Pero no sólo reconocen e interpretan las emociones de los demás, también comparten estados afectivos. El proceso de empatía se observa desde los primeros días de vida de los bebés, cuando lloran en reacción al llanto de otros recién nacidos, aunque no lo hacen cuando oyen su propio llanto grabado, considerándose este llanto reactivo una reacción primitiva de malestar empático de base constitucional.
A los diez meses los niños se interesan por el malestar de los otros, produciéndose una imitación mimética de los gestos y las expresiones faciales.
Aunque más allá de los procesos perceptivos y cognitivos para el desarrollo emocional y empático, es la relación de apego la que provee las oportunidades del desarrollo.
Son las especiales características de esta interacción donde se genera el apego: el mantenimiento de la mirada mutua, el contacto corporal (caricias, abrazos, mecimientos…)la interacción rítmica, la sensibilidad y la respuesta de la madre a las reacciones del niño( sintiendo con él, interpretando sus estados afectivos, imitándolos, demostrándole que sabe cómo se siente, modulando su activación emocional, etc.) y la transición de sus sentimientos a través de sus posturas, movimientos, sonidos, tacto y expresiones emocionales, promueven un verdadero proceso de sintonía emocional , que va más allá de la imitación y del dialogo. Esta relación es el contexto privilegiado donde los bebés aprenden a expresar, interpretar y compartir emociones.
Un seguridad en el apego por parte del bebé se relaciona de forma directa con la capacidad para experimentar empatía.
La regulación emocional enun principio es proporcionada fundamentalmente por los cuidadores, puesto que los mecanismos con los que vienen equipados los bebés para aliviar el malestar( cerrar los ojos, succión frotamientos corporales) son muy limitadas.
A partir de los dos meses se forman las primeras conexiones neuronales entre las estructuras límbicas y las regiones corticales, lo que permite cierta maduración en la tensión fisiológica.
Alrededor del cuarto mes se produce la conexión interhemisférica. La activación del hemisferio derecho se asocia a inquietud y malestar, mientras que la activación del izquierdo y la inhibición del derecho se asocia con la expresión del afecto positivo. Es muy importante la regulación del cuidador, que influye en el desarrollo estas conexiones, favoreciendo la activación del hemisferio izquierdo.
Durante la interacción madre-hijo en estos meses se desarrolla un elemento clave en la regulación: la tolerancia afectiva , el mantenimiento de niveles de excitación progresivamente más elevados. En esta interacción los niveles de excitación fluctúan constantemente , excediendo en muchas ocasiones el nivel de tolerancia del bebé, y tanto la madre cómo el bebé van reajustando comportamientos para reajustarse en el margen óptimo, para excederse y reajustarse nuevamente. En este cruce de límites los bebés desarrollan estrategias de adaptación para corregir la situación e indicar a la madre la necesidad de modificar la interacción, y las madres van ayudando a los niños a ampliar este margen de tolerancia.
Con el establecimiento del apego, alrededor del octavo mes, la experiencia emocional se organiza en torno a la figura de apego, base de seguridad y refugio, y los niños aprenden a utilizar la comunicación dirigida a los cuidadores como estrategia reguladora.
Elevados niveles de alegría materna se asocian con elevados niveles de alegría e interés en los bebés.
Por lo tanto, es clave dentro del ámbito emocional esta relación con las figuras de apego desde los primeros momentos de vida, donde se forma la base para el desarrollo emocional, el control de emociones o aspectos como la tolerancia a la frustración, que van a ser determinantes en cómo ese individuo se va a relacionar afectiva y emocionalmente con el mundo y consigo mismo.