Normalmente después de detectar las primeras mentiras en nuestros hijos sentimos un enorme enfado y una tremenda  rabia, que más tarde suelen transformarse en miedo a que nuestro hijo se convierta en un embaucador, en un delincuente y  finalmente puede generarnos  un sentimiento de culpa por cómo estamos educando a nuestro hijo.

La honradez es una de las cualidades que más desea conseguir un padre en un hijo, más allá de la de ser un buen estudiante.

Tenemos que tener en cuenta que los padres somos un modelo de conducta para nuestros hijos. Así que debemos evitar todas esas mentiras piadosas y de conveniencia que muchas veces normalizamos en nuestro comportamiento y no nos lo  planteamos cómo algo relevante. No hace falta ser un delincuente, esas pequeñas transgresiones cotidianas ,como decir mentiras para justificar que llegamos tarde, como no ir a trabajar fingiendo sentirnos mal, no pagar las multas de aparcamiento, mentir  en la póliza del seguro, etc. y todas esas cosas que hacen que España continúe viviendo en la época del Lazarillo de Tormes.

Muchas veces para proteger a nuestros hijos, para suavizarles lo dura e injusta que resultan a veces  las cosas, les mentimos, tratándoles como si fuesen tontos. A un niño hay que decirle la verdad, no engañarle como si fuera estúpido, debemos decírselo con un lenguaje y un razonamiento acorde a su edad para que pueda entenderlo. Debemos ser coherentes con el niño  y no mantenerle en un mundo de fantasías cuando tienen una comprensión mínima de la realidad. Entre los cuatro y los seis años el niño se vuelve capaz de comprender muchas más cosas.

Los cuentos infantiles modernos enfatizan los aspectos luminosos de la vida y evitan tocar temas como el dolor, el sufrimiento, la vejez… proteger a nuestros hijos con mentiras edulcoradas no hace más que aumentar el malestar y la ansiedad en ellos. Si nuestro hijo ve a su abuelo sufrir, por mucho que le digamos que todo va bien, el sabe que no es así. Ser sinceros sin tener que revelar detalles que no son apropiados para la edad del niño. Si  una vecina ha sido violada, mejor decirle que un hombre le ha hecho daño que contarle que se ha puesto malita.

A esa edad de entre cuatro  y  seis años, los niños deben aprender que no tienen por qué saberlo todo. Los adultos tenemos espacios privados que están fuera de los límites infantiles. Por ejemplo la vida sexual de los padres. Los padres tenemos derecho a cerrar la puerta del dormitorio y explicarle que son privadas y solamente para adultos. Eso no quiere decir que los padres debamos  mantener en secreto el tema del sexo. Hay que ir educando gradualmente a los niños sobre el sexo desde que empiecen a formularnos preguntas relevantes.

Los niños mienten frecuentemente a sus padres para proteger lo que ellos consideran su vida privada. Pero cómo podemos proteger y guiar a nuestros hijos a menos que sepamos lo que pasa en sus vidas. ¿Podemos aceptar la respuesta de “nada” a que ha pasado  hoy en el colegio? Deberíamos tener una lista de cosas que necesitamos saber de nuestros hijos que  al menos incluya:

La conducta de los amigos, donde están nuestros hijos en su tiempo libre, información sobre amigos, comportamiento en las fiestas, actitud hacia las comidas entre horas, programas de TV que ven y uso del ordenador, deberes escolares realizados, conducta en la escuela  etc. E ir incluyendo conforme vayan creciendo  otro como comportamiento sexual con los compañeros de igual edad, consumo de drogas, consumo de alcohol, salidas con los amigos, etc.

El niño debe tener un espacio íntimo, y así se lo tenemos que hacer saber, como conversaciones telefónicas o cartas…pero también tenemos que explicarle y dejarle claro la necesidad de saber sobre todos los temas anteriores.

Los niños que mienten, suelen tener amigos que también mienten. Al igual que el niño que se sienta cerca de uno que copia en un examen tiene también más posibilidades de copiar. El contexto y su interrelación con él condicionan enormemente la conducta humana.

¿Cómo podemos controlar la elección de amistades de nuestros hijos? Complicado, pero si podemos ayudar a nuestro hijo a dotarle de una moral y de una confianza en sí mismo que atraiga a amigos del mismo tipo. Fomentar  las actividades en las que destaque, evitar que dependa de la aprobación de los demás, fomentar las actividades de ayuda y cooperación…

¿Cómo pueden potenciarse los lazos de confianza entre un hijo y sus padres?

El padre/madre debe merecerlo. Un padre que miente frecuentemente a su hijo, que no cumple sus promesas…no puede esperar que su hijo actúe de otra manera. Fomentarlo con ejemplos del uso y las consecuencias de la mentira, como cuentos de Pedro y el lobo o cuando van siendo un poco más mayores por ejemplo con alguno de  los numerosos ejemplos que nos brindan nuestros políticos.

Incluso un niño pequeño se puede sentir orgulloso y sentirse  mayor si los padres le hacen saber a menudo que confían en él. Nuestro  tribunal de justicia concede la presunción de inocencia hasta que se demuestre lo contrario Muchas veces el “tribunal familiar” actúa con la presunción de culpabilidad hacia su hijo, sobre todo si es adolescente.

Con mucha frecuencia las mentiras de los niños más pequeños tienen forma de alardes o historias increíbles. Suelen ser simplemente llamadas de atención. Aunque dejaremos claro que no nos creemos sus fantasías, deberemos utilizarlas para descubrir que hay detrás de todo ello y que hay de malo en su vida para intentarle ayudar.

Los niños muy pequeños suelen creer que la consecuencia de mentir es el castigo, a los diez o doce años, cambian esa creencia y pueden diferenciar entre tipos de mentiras; la mayoría de los niños no puede expresar con claridad su comprensión de que la pérdida de confianza es una de las principales consecuencias de la mentira hasta que llegan a  la mitad de la adolescencia.

Es importante educar a nuestros hijos en un ambiente de confianza para que puedan comprender que las consecuencias de las mentiras es la confianza rota. Si les educamos con castigos duros y desproporcionados, puede que sólo vean las cosas con el desarrollo moral de evitar el castigo, sin llegar a evolucionar más su pensamiento hacia un desarrollo moral más maduro (aunque muchos adultos lamentablemente se ven anclados en estos primeros estadios… echad un ojo a  la teoría del desarrollo moral de Kohlberg que es muy interesante).

Meterse en una lucha de poder con nuestro hijo suele ser la peor táctica para que nos confiese la verdad.

Al descubrir una mentira solemos reaccionar con ira, pudiendo llegar a provocar miedo en nuestros hijos. Ese miedo hará que nuestro hijo se lo piense otra vez a la hora de hacerlo, hará que nuestro hijo parezca más sincero o mejor mentiroso, hará ver lo importante que es para los padres la mentira, pero—¿ puede permitir un padre una relación con su hijo basada en el miedo?

Debemos centrarnos en el motivo de la mentira. Por ejemplo  si nuestro hijo nos miente sobre por qué no llega a casa a su hora , ver cuáles son las razones por las que nos miente, si es por lo que hace, si es por el miedo a nuestra reacción , si es por donde está, con quién está , etc. Y hacerle saber que puede confiar en la palabra de su hijo es tan importante cómo donde está. A veces muchas de las mentiras que cuentan los adolescentes no tienen que ver con los padres, se centran en ganar categoría en su mundo de iguales. Es difícil no entrar en una lucha de poder con un adolescente cuando sospechamos que nos miente,  sobre todo ante sospechas sobre consumo de drogas o robos, etc. pero la gran mayoría de mentiras adolescentes no son tan graves, debemos saber cuándo actuar como un policía para forzar una confesión y cuando evitar lucha de poder y centrarse en restablecer la confianza.

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